miércoles, 9 de septiembre de 2009

[es tarea] ¡me rasguñaron la mente!

En un viaje de cuatro "llegadas", por así decirlo--Puerto Rico, Uruguay, Argentina y Chile--surgieron varias conversaciones en las que alguien me ofrecía un consejo, alguna información sobre el lugar al que iba. Mi reacción a muchas de esas conversaciones solía asemejarse a la de Isaacs: ¿En qué basas eso? Sentí que muchos de los comentarios eran estereotipos--el "old furniture" que simplemente repetimos sin revisar ni editar.

También observé que la mayoría de los comentarios eran críticas (léase: negativos). Parecía casi decir que lo positivo que se decía de un lugar no servía para distinguirlo de otro. Nada valía decir que era un lugar lindo con paisajes bellos, una ciudad linda con gente simpática. Pocas veces los comentarios positivos llevaban la precisión de los comentarios negativos. Pienso en los primeros comentarios que escuché de Chile, específicamente en un artículo escrito por una estudiante de Trinity [excluyo información bibliográfica para prevenir la relectura de dichos comentarios que me parecieron, francamente, ignorantes y erróneos]; en éste caso, supe que la información que compartía se basaba en una falta de aprovechamiento de una oportunidad que presentaba muchísimas posibilidades de crecimiento personal y académico.

Pero divago; volvamos a los comentarios de mis cuatro llegadas para ver cómo cada lugar tenía sus "unsupported or unsupportable assumptions" que recurrían. [Éstos los presento sin comentar sobre la(s) manera(s) en la(s) que se manifestaron en mi experiencia, porque supongo que lo haré en los próximos meses.] Sobre Puerto Rico, escuché mucho acerca de una dicotomía entre campo y ciudad, el español "mal-hablado", las mujeres lindas, y una obsesión con el consumo.

De Uruguay me dijeron "Es muuuuuy lindo, pero muuuuy pobre" (con un "pero" algo problemático, ya que implica que la pobreza y la belleza son mutuamente excluyentes) y "Vas a ver muchos perros en la calle"-- como si fuera un aspecto importante del país o la cultura. Desde Argentina me dijeron que todo lo que había en Uruguay era una imitación de la vida argentina (y más aun: una copia mala). A su vez, los uruguayos me advirtieron sobre la pesadez de los porteños (gente de Buenos Aires, Argentina), cuya ciudad era una miniatura de Nueva York, y cuyos asados y carnes no comparaban con los uruguayos. [Empezamos a ver aquí una tendencia hacia la crítica de los demás para alzarse a uno mismo.]

Antes de ir a Chile, todos me avisaron que no iba a poder entender lo que decían los chilenos, por combinación del acento, la altísima cantidad de modismos (digo esto en vez de "palabras inventadas", que es la manera en la que primero lo describieron), y la general "bastardización" de la lengua castellana. También me alertaron sobre los hombres mujeriegos y piroperos, cuyo vocabulario no comparaba con el de los poetas más importantes de Chile (¿es casualidad que los "más grandes" son hombres?).

He aquí los primeros rasguños que se me presentaron, tal como mi memoria me los conserva. Puede que se hayan distorsionado, puede que no. De todas formas, espero desarrollar un diálogo entre éstas imágenes, mis experiencias dentro de dichos países, y la memoria que sigue conmigo (y sigue cambiando).


No hay comentarios.:

Publicar un comentario