lunes, 21 de septiembre de 2009

[cómo conversar en casa]

.sobre la lectura de unos capítulos de un libro de "Carroll," llamados "Home" y "Conversación".
Antes de salir de EEUU, me había encontrado con una situación que me sorprendió mucho--quizas hasta incomodó un poco. Estaba mirando las fotos que una amiga habia puesto en Facebook de su viaje a Chile; entre ellas, me encontré con una foto de esta estudiante acostada sobre la cama de sus "padres anfitriones," entresus padres. Me pareció tan extraño ver que alguien estuviese en esa posición, y pensé que nunca podréa verme a mi misma en tal situación, al menos que fuese la cama de mis propios padres.

En uno de mis primeros días con familia en Chile, la mamá me dijo que iba a ver tele en su cuarto, y que le podría acompanar si quisiera. Acepté, pensando en la foto, y con miedo de parecer desagradecida o fría. Llevé mi "once" a su cuarto (como ella habia hecho), y me senté en la orilla de su cama, con mi plato sobre mi falda. Sentí que un par de veces ella--quien estaba acostada con sus platos sobre una bandeja en la cama--me miraba de reojo, quizás con mirada de confusión. Me tuve que obligar a ignorar estas miradas, ya que aun no me sentía suficiente cómoda para aceptar la invitación de acostarme sobre su cama, lugar que a mí me parece tan privado y personal.

En un momento del semestre, me cambié de casa (por razones que quizás discute en otro momento... pero quizás no). Un mes después de haber llegado a esta casa, me enfermé: me había desmallado en el metro. Tan pronto como llegamos a la casa--después de que mi mamá chilena me había buscado--me dijo "Acuéstate en mi cama, prende la tele o llévate un libro, y al tiro te llevo un pancito." No era la primera vez que su cama se había ofrecido como un lugar "abierto" para mí; en varias ocasiones me invitó a acostarme y leer, escribir, o simplemente descansar en su cama. Por lo tanto, no tuve la misma resistencia. Aun así, me acosté encima de sus frazadas--no me arropé. Ella entró a los pocos minutos con unas tostadas con miel ("Te hace falta azúcar en tu sangre para subir tu presión."), y me vió destapada. Inmediatamente explotó (como solía hacer--es una mujer con poquísimas reservaciones): "Pero cómo va a ser! Te vas a resfriar, te vas a enfermar más todavía! Pero arrópate [chica] (expletive deleted... otro tema de colisión en su casa)!"

Después de reirme un poco, quizás para enseñar que no estaba completamente cómoda con la idea, me arropé.

Me gustaría pensar que mi resistencia no se basaba en el hecho de que estaba completamente rechazando la invitación, la recepción calurosa y cariñosa a la familia; tal reacción me parecería errónea, quizós hasta xenofóbica. Algo contrario: pienso que simplemente estaba abriendo el espacio para yo misma acomodarme, ajustarme a su sistema de relaciones familiares, relaciones interpersonales. Quizás hasta podría argumentar que estaba sugiriendo abrir un espacio para conversar la diferencia cultural. De todas formas, supongo que no impactó mucho, porque siempre acababa arropada en la cama de mis padres chilenos, y nunca se discutió el tema.

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