con el pequeño papelito en mi mano izquierda reviso
camino subo las escaleras lentamente--
con la seriedad de alguien que va a visitar a un viejo amigo al
que no ha visto en años
al que quizás no sabrá saludar
ni qué decirle--
llego
vuelvo al mapa reviso no
quiero que quede duda
paso por debajo de un techo
inalcanzable apenas distinguible me
pierdo entre pensamientos y memorias pero
logro llegar
me quedo quieta frente a los numeritos pasan unos segundos
tengo que pensarlo un poquito más no sé si estoy lista
inhalo
profundo
paso
tomo dos pasos y
pauso suelto el primer bolso lentamente el peso
es demasiado para seguir con él
reviso los números a la izquierda las
minúsculas letras con
demasiado cuidado
no quiero perderlo suelto
el segundo
bolso mi espalda se ha cansado
encuentro la fila pierdo
el aliento repentinamente
quizás me sorprendió más el perder el aliento que la razón por la cual lo perdí
da igual
ya lo encontré
guardo el papelito
alzo mi mano lentamente
la extiendo hacia adelante-
tiembla
un poquito
poco
a poco
y percibo
me percato
de estar tocando
la superficie
más áspera
de lo que
anticipo
oscura
con
su
numerito de identificación bien escondido, como si alguien quisiera hacerme trabajar
para encontrarlo
antes de sacarlo
pauso
quizás tenga un poquito de miedo
tengo
es que tengo
tantas decisiones que tomar en la vida en
esta semana casi siempre sé que saldrá más o menos bien pero
con estas cosas
nunca sé
como si se hubiese planificado así, saco, abro, leo, y pasa poco tiempo (o mucho, no estoy segura) y me topo con cinco hojas escondidas entre las demás hojas--la verdad es que no las conté y sé que son más no quería cuantificar esa sorpresa--y justo ahí, en ese instante el segundo sin número porque nadie contó, ahí se cae todo, ahí, entre dos bolsos tirados sobre el piso, dos zapatos perdidos de sus dos pies, o quizás uno, no sé, ahí, justo ahí empiezo a llorar, y mis lágrimas tiñen tus antiquísimas hojas, y al ver que he deshecho el trabajo de tantos años, los que te habrá tardado en secarlas, me pongo aun más triste, y miro la hora y veo que no me da tiempo para intentar secarlas de nuevo--mi reloj también está empañado. tendré que dejarlo ahí, todo justo ahí, y aprender a contar las páginas que me faltan para volver a ti.
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